viernes, 30 de septiembre de 2011

HISTORIAS DE INMIGRANTES

Luego de haber leído “Stefano”  de María Teresa Andruetto  y de analizar la cosmovisión realista, los alumnos de Quinto Año- Primera División  investigamos la historia de nuestras familias. Éstas fueron recreadas por nosotros, nutriéndolas de ficción.  Fue así como nacieron las siguientes historias   que se remontan a épocas pasadas, donde el país crecía gracias a la llegada de inmigrantes.   A continuación presentamos algunos de estos trabajos:


lunes, 5 de septiembre de 2011

Stéfano -María Teresa Andruetto

      Stéfano es una novela realista, escrita por la autora argentina María Teresa Andruetto. En sus páginas se descubren las vivencias de un joven inmigrante italiano. Su voz se mezcla con la de un narrador en tercera persona; por otra parte, estas voces permiten un viaje constante entre el pasado y el presente de la vida del protagonista.
     La historia de Stéfano se parece a la de muchos inmigrantes que construyeron este país. La lectura de la novela significó una invitación a investigar sobre nuestras propias raíces. A continuación compartimos entrevistas reales y producciones artísticas basadas en las historias pasadas de nuestras familias.

En busca de una nueva vida
Por Yamila Toro
5° Año - Cuarta División
                      
                      ·        Entrevista a mi abuelo Edmundo Manuel  Toro sobre su padre Manuel  Toro, quien inmigró a Argentina desde España,   durante la Primera Guerra Mundial.
-¿Podrías describir la situación de España en ese momento, la que llevó a tu papá a emigrar a Argentina?
    España era un país económicamente atrasado y con una actividad industrial muy escasa.  Cuando comenzó la Guerra – responde después de pensar unos segundos- se producían muchas crisis económicas y políticas y para la gente era casi imposible vivir bajo esas condiciones, ya que había muchísimo desempleo y las pocas personas que trabajaban recibían una paga miserable. Una de esas personas era mi padre, y por eso decidió irse a América.

-¿Cuántos años tenía tu padre cuando decidió venir a Argentina?
   Tenía unos 20 años, si mal no recuerdo – dice pensativo – siempre dijo que fue una decisión espontánea, no tuvo que pensarlo mucho;  él sabía perfectamente que  en cualquier lugar estaría mejor que en España. Lo único que le preocupaba era abandonar a su padre – comenta tristemente – porque le tenía muchísimo aprecio y habían vivido los dos solos toda su vida, ya que su madre había fallecido cuando él era muy pequeño. Mi padre insistió por varios días,   le suplicó a mi abuelo que viniera con él, pero él se negaba a abandonar la tierra de sus ancestros. Finalmente viajo él solo.

-¿Alguna vez te contó algo acerca del viaje?
   Solo sé que viajó solo, con unos pocos centavos en los bolsillos. Me contó que hizo algunos amigos en el barco, pero después de llegar a Buenos Aires no se mantuvieron en contacto. También conoció a algunas muchachas – recuerda riéndose – pero no quiso darme demasiados detalles sobre eso. Tardó  poco más de un mes en llegar a nuestro país en barco.

- ¿A qué parte del país se fue después de llegar a Buenos Aires?
   Antes que nada tuvo que juntar más de dinero para poder viajar a otro lugar. Hacía algunas “changuitas” en la calle o en algunos negocios. Viajó a dedo un tiempo, hacía algún que otro viaje en tren cuando tenía suficiente dinero. Pasó unos cuatro años trabajando en el interior, como peón en un campo. Vivía mucho mejor que en su país, eso era seguro – afirma.

-¿Se mantenía en contacto con su padre?
   Por supuesto que sí, le escribía prácticamente todos los días contándole todo lo que pasaba y cómo le estaba yendo. En todas sus cartas le decía que cuando juntara el dinero suficiente iba a ir a buscarlo a España y lo traería a vivir con él,  en Argentina – cuenta muy orgulloso - ,a lo que su padre le respondía que tendrían que traerlo por la fuerza – dice mientras se ríe.

-¿Cómo fue que terminó asentándose en Salta?
   Un día recibió una carta de su padre donde decía que unos amigos de la familia que habían emigrado al país, varios años atrás, estaban viviendo en Salta y que estaban viviendo muy bien. Le dijo también que le habían sugerido que fuera para allá y que sería bienvenido en su casa hasta que consiguiera un lugar dónde vivir. Mi padre no tuvo que pensarlo dos veces – cuenta emocionado – tomó sus cosas y partió al norte. Se quedó en la casa de los amigos de su padre unos  tres meses hasta que pudo mudarse a una pensión. Consiguió trabajo en la industria vitivinícola y ganó mucho dinero. Un día llego a la pensión una mujer llamada Amelia Menes y mi padre se enamoró. Tiempo después se casaron y nací yo. Ella trabajaba en la industria textil, así que juntaron los ahorros de los dos y compraron una pequeña casita, donde vivimos hasta que pudimos comprar algo más grande.

-¿Qué sucedió con tu abuelo?
   Mi padre volvió a España como lo había prometido, pero mi abuelo ya estaba muy enfermo – cuenta con nostalgia – así que mi padre se quedó con él, en Españ, a acompañándolo hasta que murió, feliz en su tierra. Me hubiera gustado mucho conocerlo – confiesa con lágrimas en los ojos - , mi padre siempre habló maravillas de él y estoy seguro de que era un gran hombre, al igual que lo fue mi padre.