jueves, 20 de octubre de 2011

Ensayo Literario - 1984

Ensayo Literario
Novela  1984, de George Orwell
por Erik Gundel.


                ¿En qué mundo vivimos? Esta es una pregunta sencilla, con una respuesta compleja y amplia, y que a su vez se puede responder partiendo de terrenos diferentes, ya sean el económico, el político, el sociocultural, o cualquier otro que abarque relaciones humanas.
                Ahora bien. Yo personalmente utilizo esta pregunta para dar pie a la tangente y estrecha relación que encuentro entre el mundo en que vivimos y el mundo descripto por George Orwell en su famosa obra 1984.
                Rehagamos la pregunta: “¿En qué mundo vivimos? “. Vivimos en un mundo globalizado. Un mundo interconectado a base de telecomunicaciones y de libre transmisión de información.
                “Libre”. Esta es una palabra que nos agrada, que nos tranquiliza. ¿A quién no le gusta escuchar frases como: Libre expresión, Libre oferta y demanda, Libre desarrollo, Libre poder de decisión..? Sin embargo, para la gente que logra darse cuenta, la libertad es algo de lo que la gran mayoría de la población mundial carece. Es decir, la gente , muchas veces, posee una “Ilusión” de libertad, para así llamarla de algún modo.

¿Por qué digo esto?   Las personas, en marcadas ocasiones,  no son dueñas de sus decisiones, aunque creen que sí lo son. Lo que no ven es el enorme poder que posee la propaganda, gracias a los medios masivos de comunicación y a los profesionales que estudian cómo direccionar  nuestras decisiones y elecciones a la hora de comprar, votar… y a la hora de vivir.
                El ejemplo más claro del poder de la propaganda es el consumismo del que son víctimas
muchos   argentinos. Este se trata de una tendencia (generada) que lleva a la persona a comprar constantemente cosas inútiles y vanidades, por el solo hecho de “Estar a la moda”, o de sentir que lo necesita.
                De todos modos, este consumismo es la cara más visible del poder de la propaganda, y sin embargo, la parte que más nos incumbe en este escrito es la de las propagandas políticas, sociales y gubernamentales que son las que realmente “manejan” a la población. Y es precisamente aquí donde puedo comenzar a establecer la existente relación entre la obra de Orwell y el mundo real.
                Como bien sabemos, en la novela el mundo se halla dividido en tres superpotencias, las cuales poseen frecuentes conflictos territoriales y económicos. La potencia en la que vive nuestro protagonista, Winston, está gobernada por “El Partido”, el cual resulta ser una especie de burocracia con poder absoluto sobre la población. Ahora bien, lo que hace la gran diferencia en este ficticio mundo de novela, son las “telepantallas”. Estos aparatos se ocupan de transmitir y recibir información desde las instituciones del Partido hacia la gente.Como pueden ver, este sistema de pantallas le brinda al Partido un control absoluto sobre la población, ya que a través de las mismas puede enviar órdenes y ver si son cumplidas.
                Bien, ahora volvamos al tema planteado inicialmente: la Propaganda. Como mencioné anteriormente, esta es utilizada en muchos ámbitos aunque ahora solo nos interesa uno: El político. Como muchos se dan cuenta, muchas  de nuestras opiniones sobre temas políticos son de alguna u otra manera generadas y/o modificadas por la Televisión y los diarios; Y lo más extraño es que no solo somos influenciados políticamente en canales políticos, sino que son también las películas y las novelas las que forjan nuestra opinión.
                Analicemos ahora un fragmento del libro que habla sobre los “Dos minutos de odio”, que como veremos se trata de una exageración de la propaganda que se ejerce en el mundo real contra alguien en particular (En este caso, Emmanuel Goldstein): “Un momento después se oyó un espantoso chirrido, como de una monstruosa máquina sin engrasar, ruido que procedía de la gran telepantalla situada al fondo de la habitación. Era un ruido que le hacía rechinar a uno los dientes y que ponía los pelos de punta. Había empezado el odio”. A esta descripción que realiza Winston de la situación podemos sacarle mucho jugo. En  primer lugar, nos permite ver cómo el Partido se ocupa de generar odio sobre alguien que se ha rebelado y que es capaz de conseguir seguidores, agrandando la rebelión.
                                
“Antes de  que el odio hubiera durado treinta segundos, la mitad de los espectadores lanzaban incontenibles exclamaciones de rabia”. Esta frase nos demuestra claramente el poder de influencia que tiene este “Partido” sobre la población. Bastaría pensar en muchas dictaduras y cómo la propaganda aseguraba que todo estaba bien, que crecía la Nación; engaños que salieron a la luz cuando la Democracia triunfó.
Ahora podemos dar paso a otro tema muy importante a tratar, y es el de la propaganda bélica. Sabemos que actualmente, cuando nos hallamos en guerra con algún país, vemos constantemente en la televisión programas en los que discuten sobre el conflicto, argumentan, nos muestran videos, y así, de alguna u otra manera, nos generan una opinión sobre el conflicto (Esta puede ser: el odio hacia el bando enemigo, el creer que estamos ganando o el creer que estamos perdiendo, entre otras opiniones). Un ejemplo muy claro del mundo real es el de la Guerra de Malvinas, en la cual en el frente de batalla los soldados se hallaban perdiendo, y a la gente se le transmitía por televisión y por los diarios que íbamos ganando. Ahora analicemos la situación bélica en el libro.
Hasta cierto punto en la novela, el Partido parece hallarse en guerra con Oceanía. De este modo, se realiza una constante propaganda en contra de este continente, y a su vez, se realizan preparativos para la “Semana del Odio”, la cual se trata de un conjunto de manifestaciones bélicas realizadas en las calles, con videos, canciones, banderas y espectáculos desprestigiando al enemigo, en este caso, Oceanía. Aquí podemos ver nuevamente el poder de la Propaganda que se ejerce sobre la población. Pero gracias a la ocurrencia de otro hecho muy importante, podemos ver la velocidad con la que el Partido puede cambiar drásticamente la opinión de toda la población. Durante esta Semana del Odio, ocurre algo inesperado: de repente, El Partido “cambia” de enemigo y este pasa a ser Eurasia, en vez de Oceanía. El hecho de aceptar este cambio le lleva a la población no más de un día, y es por eso que esto nos demuestra el poder de la propaganda bélica sobre la opinión popular.

La siguiente frase extraída  del libro corrobora todo y le da un perfecto cierre al ensayo: “Por primera vez en la historia existía la posibilidad de forzar a los gobernados, no solo a una completa obediencia a la voluntad del estado, sino a la completa uniformidad de opinión.
                FIN

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